La regulación del hambre y la saciedad es llevada a cabo por el hipotálamo que recibe, coordina y procesa las diversas señales periféricas (que inducen apetito o saciedad) producidas por el sistema digestivo, el páncreas, el tejido adiposo y el sistema inmune.

Estas señales, una vez procesadas, expresan diferentes factores bioquímicos (neuropéptidos y neurotransmisores) que, a su vez, interaccionan entre sí provocando hambre o saciedad.

En este proceso, están implicados el sistema nervioso central, periférico, sistema endocrino, sistema inmune, tejido adiposo y sistema digestivo. Estos sistemas actúan en conjunto; cuando hay armonía, surge una respuesta fisiológica de hambre o saciedad.

 

Neurotransmisores implicados en el hambre emocional: 

  • Serotoninaneurotransmisor relacionado con la sensación de bienestar, equilibrio, control y estabilidad. Su déficit se ha asociado a la necesidad de comer, sobre todo dulces. Son los famosos atracones.
  • Dopamina, neurotransmisor asociado a la motivación. Relacionado con los circuitos de recompensa: el placer y las adicciones.

 

 

 

Algunos de los núcleos del hipotálamo implicados en el proceso fisiológico: 

1) El centro del hambre se encuentra en el hipotálamo lateral. Dispara la necesidad de comer. Se potencia por:

  • El vaciamiento del estómago: se sintetiza la grelina.
  • El descenso de la glucosa en sangre (hipoglucemia).

2) El centro de la saciedad se encuentra en el hipotálamo ventromedial. Produce inhibición del hambre .

3) Núcleo Arqueado (ARC), con dos tipos de circuitos neuronales opuestos que responden a las señales periféricas recibidas.

  • Neuronas responsables de las señales de hambre, que producen el neuropéptido Y (NPY) y el péptido relacionado con agouti (AGRP).
  • Neuronas responsables de señales de saciedad. Inhiben la ingesta. Son las llamadas propiomelanocortina (POMC) y cocaína anfetamina transcriptasa (CART).

 

4) Núcleo paraventricular (NPV). Los neuropéptidos segregados por las neuronas del núcleo arqueado son vertidas en el NPV.

Señales periféricas emitidas que hacen reaccionar al hipotálamo:

  • Grelina. Gran estimulante del apetito. Es secretada por el estómago antes de las comidas, pasa a la circulación sanguínea, llega al hipotálamo donde estimula el NPY (neuropéptido Y) estimulado el apetito; el NPY, a su vez, inhibe la actividad del POMC (centro de saciedad) reforzando el estímulo hambre.
  • Péptido YY. Disminuye el hambre. Es secretado por el intestino, en respuesta a la ingesta de alimento. Cuando se comen hidratos de carbono de índice glucémico muy alto, éstos se absorben en el primer tramo del intestino, con lo que este efecto saciedad no se produce, haciendo que comamos más.
  • Colecistokinina (CCK). Produce saciedad. Es liberada en respuesta a la presencia de alimentos, sobre todo grasos. Si hacemos ingestas de hidratos de carbono, aunque comamos mucho, esta señal para dejar de comer no se dispara.
  • Moléculas de inflamación. En caso de inflamación, se liberan citoquinas (interleuquina-6, factor de necrosis tumoral alfa…) que van a estimular los mecanismos inductores del hambre.
    Con el tipo de dieta proinflamatoria y estilo de vida actual, muchas personas desarrollan inflamación de bajo grado (inflamación que no duele, que está por debajo del umbral del dolor). En este caso, con el aumento del apetito y el consiguiente aumento de la ingesta, se entra en un ciclo de: hambre → ingesta → insulina → acúmulo de grasa → hipoglucemia → hambre → ingesta → insulina → más acúmulo de grasa → hipoglucemia → hambre → ... Este proceso repetido una y otra vez lleva al sobrepeso, al hiperinsulinismo, a la disfunción endotelial, inflamación de bajo grado, estrés oxidativo, resistencia a la insulina, dismetabolismo en cualquiera de sus expresiones. Por lo tanto, este ciclo debe interrumpirse lo más pronto posible para poder estar sanos y retrasar el envejecimiento.
  • Insulina. La insulina es una hormona que regula, junto con el glucagón, los niveles de glucosa en sangre (eje insulina-glucagón).
    Cuando comemos, el nivel de glucosa en sangre sube. En respuesta a este nivel de glucosa, el páncreas segrega insulina, para llevar parte de la glucosa al músculo y se quede almacenada en forma de glucógeno; y otra parte, queda almacenada en el hígado también en forma de glucógeno; el resto, que no se consume, es llevado a los adipocitos donde se acumula en forma de grasa. Cuando el nivel de insulina sube, se ponen de manifiesto señales de saciedad (NPY/AGRP) y de inhibición del apetito (POMC/CART) en el hipotálamo (núcleo arqueado, ARC).
    Pero hay determinados casos en los que, aunque los niveles de insulina sean altos, la respuesta no es la esperada no aparece la señal de saciedad, a esto se le llama resistencia a la insulina: la insulina, aunque se encuentra en niveles altos, no puede hacer su trabajo. Estas personas suben de peso y, aunque tengan niveles de grasa altos que podrían ser oxidados para obtener energía, no son capaces de hacerlo. La grasa queda encerrada en el adipocito, y se sigue emitiendo la señal de hambre (porque la insulina no da la señal correcta). Hasta que los niveles de insulina no se normalicen, costará más trabajo poder bajar de peso. Si esta situación no se resuelve, el proceso se irá agravando.
  • Leptina. Es producida por las células grasas y es la encargada del balance energético a mediano y largo plazo. Cuando aumenta la grasa, los adipocitos (células grasas) segregan leptina que llega al hipotálamo (NAC), se unen a los receptores correspondientes y dan señales de saciedad y de inhibición del apetito, además de aumentar el gasto energético (para quemar más grasa).
    En algunas personas con sobrepeso o con obesidad, se ha encontrado un exceso de leptina, esto es contraproducente ya que en exceso, la leptina no puede transmitir la señal esperada (saciedad). Estas personas han desarrollado resistencia a la leptina.

Tanto la resistencia a la insulina como la resistencia a la leptina, son disparados de manera epigenética a través de una mala dieta y un mal estilo de vida, en aquellas personas que han heredado estos genes ahorradores (ver artículo: http://articulos.aliciacohen.com.mx/evolucion-de-la-alimentacion/ ).

 

L.N. Alicia Cohen Mizrahi